Ofrecemos atención terapéutica en enfermedades mentales y facilitamos herramientas de afrontamiento y apoyo psicológico en aquellas situaciones cotidianas que nos sobrepasan o desbordan provocando malestar, infelicidad o sufrimiento. Entre estas situaciones cotidianas se encuentran las rupturas de pareja, los problemas durante la convivencia, la educación de los hijos, el duelo, la problemática de los cuidadores de personas dependientes, el estrés laboral, el desempleo, el acoso escolar, la adaptación escolar, y conductas conflictivas en adolescentes.
Procuramos atención terapéutica breve y eficaz adaptada a las demandas y características de cada persona.
Ante pérdidas o sucesos que valoramos como negativos, la respuesta del sentimiento de tristeza es una estrategia adaptativa que nos confiere el apoyo del entorno y la ventilación emocional necesarios, pero cuando dicha respuesta persiste en el tiempo y pierde su adaptabilidad se transforma en lo que se denomina estado depresivo, el cual se define como un estado de ánimo caracterizado por tristeza, sensación de vacío e irritabilidad persistentes, pérdida de interés por las actividades diarias o placenteras, que se acompañan de cambios fisiológicos y cognitivos que afectan a la capacidad funcional de la persona (dificultad para concentrarse, fatiga o pérdida de energía, insomnio…).
La autoestima es la valoración que hace la persona sobre sí misma, sobre sus habilidades, recursos y actitudes, lo cual confiere un sentimiento de valía personal y autorrespeto. Cuando la persona no es capaz de considerarse a sí misma valiosa con independencia de la aprobación de los demás, se genera un estado de baja autoestima caracterizado por la incapacidad de considerarse digno del respeto y amor de los demás, la necesidad constante de aprobación por parte del entorno y la dificultad para expresar las propias ideas, sentimientos y necesidades.
Proceso natural y adaptativo por el que pasa una persona que sufre una pérdida; se trata de un acontecimiento vital estresante caracterizado por una compleja sucesión de sentimientos, cuya intensidad y características dependen de la relación emocional y de dependencia con el ser perdido, de las circunstancias de la muerte, el tiempo de preparación para la pérdida, los recursos de los que disponen los sobrevivientes (a nivel personal, familiar y social), así como de las reacciones de respuesta ante situaciones emocionales intensas previas.
Anorexia nerviosa. Supone una restricción de la ingesta energética en relación a las necesidades de la persona, lo que ocasiona un peso corporal inferior al mínimo normal respecto a la edad, sexo, salud física y nivel de desarrollo. Existe un miedo intenso a ganar peso, así como una alteración en la percepción del propio peso y falta de reconocimiento de la gravedad del peso corporal bajo.
Bulimia nerviosa. Constituye un trastorno por episodios recurrentes de atracones caracterizados por la ingestión, en un periodo de tiempo concreto, de una cantidad de alimentos superior a la que la mayoría de personas ingerirían en un periodo de tiempo similar y en circunstancias parecidas, acompañados de sensación de falta de control sobre lo que se ingiere en ese periodo. A estos episodios les sigue un comportamiento evitativo inapropiado del aumento de peso (vómito autoprovocado, uso incorrecto de laxantes, ejercicio excesivo, ayuno…). Subyace una alteración de la percepción del peso corporal.
Se trata de una serie de trastornos cuya característica principal es la presencia de obsesión y compulsión. La obsesión supone pensamientos o impulsos persistentes causantes de ansiedad importante, los cuales la persona intenta ignorar o suprimir con otro pensamiento o acción; la compulsión se trata de la acción o pensamiento que la persona realiza de forma rigurosa en respuesta a la obsesión para disminuir la ansiedad que ésta ocasiona. El deterioro de las áreas de la vida de la persona es significativo.
La adolescencia es un periodo de desarrollo y cambio en el que se produce una nueva transformación de la persona, fundamentada en la construcción de una identidad personal independiente y autónoma.
Durante esta etapa, el incremento de la sensibilidad ante el juicio social, la escasa capacidad de autorregulación, o el cuestionamiento de las figuras de autoridad, pueden dar lugar a problemas de conducta. Por otro lado, la adolescencia se caracteriza por ser una etapa decisiva en la adquisición de habilidades y competencias (comunicativas, sociales, cognitivas, emocionales, y morales) necesarias para lograr un óptimo ajuste familiar, social, académico y profesional. De manera, que la intervención con adolescentes no sólo está dirigida a la prevención o contención de conductas problemáticas, sino también a la promoción de conductas positivas que faciliten el tránsito a la vida adulta.
La Organización Mundial de la Salud define la promoción de la salud como «el proceso de capacitar a la población para que aumenten el control sobre su propia salud y la mejoren», destacando especialmente el valor de la formación.
Los talleres psicoeducativos constituyen una herramienta muy valiosa dentro del marco de la Psicología General Sanitaria, ya que gracias a su implementación se facilita la adquisición de nuevos esquemas de pensamiento y conducta. Aprendizaje que posibilita el equilibrio emocional, promueve actitudes prosociales y genera entornos más saludables.